Durante este año en la memoria histórica descansan pequeños y grandes acontecimientos, desde la inauguración del Pony Express, hasta el fin del Reino de las Dos Sicilias con la ocupación de Nápoles por parte de mi tocayo, Giuseppe Garibaldi, y sus camisas rojas (precursor de la unificación de Italia); desde el reconocimiento de la soberanía española en el Ifni mediante Tratado de Paz entre España y Marruecos, hasta la publicación por parte de Gustavo Adolfo Bécquer de la explicación de la esencia de su famoso compendio de Rimas en “Cartas literarias a una mujer”…sí, 1860.
Fue el 6 de noviembre de ese año, cuando Abraham Lincoln fue elegido presidente. El decimosexto de los presidentes estadounidenses, gran opositor del expansionismo del pensamiento generalizado pro-esclavista, afincado en el sur, ex-boxeador, y con afición al teatro, que le costó la vida a base de plomo…dijo entre algunas famosas frases la que incluyo en el fondo de pantalla.
Todo empezó cuando alguien muy especial me trajo una moneda de la autoproclamada todopoderosa nación. Ese centavo, había sido transportado de un país a muchas horas de vuelo, había sido pasado de mano en mano, hasta llegar a mí, sin haberme movido de mi casa. Cuantas cosas se puede uno plantear al mirar un objeto tan pequeño! Moneda, efectivo, acuñación, país, persona, líder, dios, creer, libertad,…todos esos conceptos descansan en esa moneda, y más que se nos ocurran.
Y sin procurar entrar a polemizar o debatir acerca de la condición de cada país en el mundo, lo que si entiendo que debe reconocerse, es que en todas partes existen pensadores, hombres de grandes frases, y de acción, y en Estados Unidos, amén de existir de los tres tipos, lo que considero que más ha prodigado, son aquellas personas que son conscientes de sus capacidades, y procuran potenciarlas al máximo para conseguir sus objetivos, tanto personales como profesionales; compartiendo ese pensamiento o postura, para contaminar de ese espiritu resolutivo y emprendedor que debe tener todo ser humano para autorrealizarse.
Y aunque rece que en Dios creen, en quien más hay que creer es en el propio ser humano, a pesar de las constantes decepciones que nos prodigue el retorcido ingenio del hombre. Pues sólo partiendo de nosotros mismos, con determinación y resolución, podremos triunfar sobre las dificultades de nuestras propias vidas.
Aquí os dejo el fondo de pantalla a.k.a wallpaper. Espero que os guste y os haga pensar.